En verano queremos vernos en forma y para ello, es imprescindible alimentarse saludablemente. Una alimentación equilibrada en cantidad y calidad, variada y suficiente, es todo lo que se necesita para mantenerse en forma y perder kilos demás.
Todas las personas tenemos necesidades nutricionales diferentes, éstas dependen principalmente de la edad, el sexo, la ocupación, el estado biológico (embarazo, lactancia, niñez, etc.) y de la practica o no de deportes.
Si hace mucho calor y no sentimos suficiente hambre, lo ideal es consumir comidas que no sobrecarguen el trabajo digestivo, es decir, que sean bajas en grasas y azúcares y en pequeñas porciones distribuidas a lo largo del día, manteniendo intervalos regulares, por ejemplo: desayuno, colación de media mañana, almuerzo, merienda, colación de media tarde y cena. La recomendación es adquirir una dieta con alto contenido en agua y fibra (frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, etc.), que permita mantener nuestro cuerpo hidratado, limpio y nutrido.
En cualquier época del año pero principalmente en verano debemos tener más cuidados con los alimentos que consumimos, tanto los que adquirimos ya elaborados como los que utilizamos par realizar preparaciones caseras.
Si nos encontramos de vacaciones y comemos en bares, restaurantes o en el lugar donde estamos parando debemos asegurarnos sobre la higiene de los alimentos porque cuando estos no son correctamente manipulados, no están bien cocidos o conservados, sumadas a las altas temperaturas que hay en el ambiente favorece la proliferación de todo tipo de microorganismos.
Los alimentos están expuestos a la acción contaminante de innumerables bacterias, algunas de ellas inofensivas, otras capaces de ocasionarnos hasta la muerte. Su correcta manipulación es fundamental para evitar contraer enfermedades. Sin embargo, a diario se cometen errores que, aunque pasan desapercibidos, no son insignificantes. Detectarlos y corregirlos es cuestión de hábito.
Las bacterias se multiplican en una proporción geométrica, de una bacteria en una hora surgen millones. Además, en verano estamos más expuestos a ellas, porque como todo ser vivo, se multiplican a expensas del calor y la luz, también dependen de los propios sustratos nutritivos de los alimentos, por lo que un alimento con mucha proteína (carne vacuna, pollo, pescado, cremas, huevo, etc.) es más proclive a tener huéspedes contaminantes.
La causa más frecuente de enfermedades son el agua, las comidas para llevar y las de venta en puestos callejeros. La mayoría tiene que ver con agua no potable, falta de lavado adecuado de los alimentos crudos, falla en las cadenas de frío o envasado de los elaborados y/o congelados. Es importante proteger los alimentos a toda hora: desde el momento en que se los compra hasta que la familia los consume.
Las medidas más eficaces en la prevención son las higiénicas. A continuación se describen algunas recomendaciones:
- Al realizar compras comenzar por los productos que no necesitan refrigeración y dejar para el final los perecederos como carnes (de todo tipo), lácteos y productos congelados. Asegurarse que los productos congelados se conserven a la temperatura indicada en el envase (ver termómetro de heladera) y, de no ser así, informar al encargado del local. Si se solicita el envío de la mercadería al domicilio asegurarse que estos productos hayan permanecido el menor tiempo posible a temperatura ambiente, no aceptar pedidos que hayan demorado más de una hora. Al recibirlos colocarlos inmediatamente en el refrigerador y/o freezer.
- Los alimentos como carnes, aves y pescados deben guardarse en bolsas o recipientes con tapa y separados del resto de los alimentos, evitará así que los jugos de esos productos contaminen otros alimentos.
- Conservar los huevos en su envase original y refrigerados. No comprar aquellos que tengan la cáscara sucia o rota. Lavarlos bien en el momento de cocinarlos. Evitar las comidas, salsas o postres preparados con huevos crudos.
- Las frutas y verduras crudas deben lavarse cuidadosamente antes de ser consumidas, para evitar tanto la contaminación microbiana como la presencia de productos químicos.
- Utilizar agua segura no solo para lavarse las manos y los utensilios, sino también para preparar hielo, jugos o mamaderas.
- No descongelar carnes u otros alimentos a temperatura ambiente.
- Cocinar completamente los alimentos antes de consumirlos: carnes y pollos no deben estar rosados en su interior.
- Desechar los sobrantes de comida que hayan permanecido sin refrigeración por más de una hora.
- Fuera del hogar no consumir jugos o bebidas que no se encuentren en sus envases originales, ni helados de procedencia desconocida.
- Evitar cortar la cadena de frío, en verano los alimentos son más susceptibles a la contaminación bacteriana. Respetar esta norma en el pic nic, la playa o donde quiera que vaya. Transportar siempre los alimentos en forma refrigerada (conservadora) y protegidos del sol. Si esto no es posible, elegir alimentos que soporten mejor las condiciones de temperaturas ambientales (enlatados, frutas o desecados).
Lic. Romina M. Gamboa
MP Nº 2101